Sin legitimidad, los triunfos de Puebla Unida
Los triunfos de la coalición oficialista Puebla Unida en la capital, las principales cabeceras municipales –a excepción de Tehuacán– y en la mayoría de los distritos no podrán ser revertidos por la vía judicial, tal como se lo proponía el PRI; pero lo que no se podrá evitar es que sean consideradas victorias ilegítimas, ya que fueron resultado de la trampa y el fraude, el control de las instituciones electorales y de abusos del Poder Ejecutivo que puso todo su aparato al servicio de un grupo de candidatos.
El saldo de esta elección significará una regresión democrática en el estado, no solamente por el uso de prácticas ilegales que hubo para lograr los resultados favorables de Puebla Unida, sino porque el jefe del Poder Ejecutivo, Rafael Moreno Valle Rosas, no tendrá contrapesos en lo que resta de su sexenio y no habrá una fuerza política con suficiente peso para cuestionar o disentir de su estilo autoritario de gobernar.
Tal situación plantea que nada hará cambiar al gobernador en su idea obsesiva de invertir la mayor parte del erario en obras suntuosas, que sirven para enriquecer a empresas privadas y comprometer las finanzas públicas del estado con la banca comercial, y al mismo tiempo olvidarse de áreas prioritarias para el grueso de la población, como es el atraso del campo poblano, la insuficiencia de los servicios de salud y el aumento de la criminalidad y la violencia.
De ahora en adelante nada impedirá que el gobernador ponga al Poder Ejecutivo al servicio de su proyecto personal de buscar ser candidato presidencial en el año 2018, de incidir en la vida nacional del PAN, de financiar elecciones en otros estados y perseguir a sus críticos.
Seguramente Moreno Valle buscará aprovecharse de la debilidad en que se encuentra el presidente nacional del PAN, Gustavo Madero, quien tiene enfrentado y dividido al partido, carece de liderazgo y que será culpado de la derrota electoral de Baja California, el cual era el estado más emblemático del panismo por haber sido el primer estado gobernado por Acción Nacional.
Y frente a esa condición, es de esperarse que Moreno Valle intente mostrarse como un nuevo líder del panismo nacional y hacer proselitismo entre los grupos albiazules de todo el país, y para ello, es casi seguro que se haga con cargo al erario del estado de Puebla.
Adiós a los ideales
Dos factores dominantes son los que permitieron el triunfo de Puebla Unida. El primero de ellos –aunque se niegue hasta el cansancio– son las negociaciones que se han dado en el Pacto por México. Una condición fundamental para evitar que los dirigentes nacionales del PRD y del PAN se levantaran de las mesas de acuerdo de ese mecanismo es que sus partidos no podían ser arrasados en la mayor parte de los 14 procesos electorales que se celebraron en el país.
Una forma en que ayudaron al PAN y el PRD, para el caso de Puebla, es que el Comité Ejecutivo Nacional del PRI dejó desprotegidos a sus candidatos a alcaldes y diputados, ya que nunca llegó el financiamiento para hacer frente al excesivo gasto que tuvieron los aspirantes de Puebla Unida, que en la mayor parte de los municipios de la entidad tuvieron un despliegue propagandístico de hasta 10 a uno frente a los abanderados del tricolor.
Esa desproporción de gasto también se vio reflejada en la movilización electoral, ya que los esfuerzos del tricolor para llevar a votar a sus militantes y simpatizantes se vieron ampliamente rebasados frente a la capacidad de sus oponentes de comprar hasta en 2 mil pesos cada voto, principalmente en las zonas suburbanas y rurales del estado.
Un segundo componente es que las condiciones climáticas, el exceso de la propaganda negra y la mediocridad de las campañas electorales provocaron un elevado abstencionismo que le permitió a Puebla Unida ganar principalmente con el voto de las estructuras de los partidos que ahí confluyeron, y eso evitó la expresión del llamado "voto de castigo", el cual se habría manifestado si la participación ciudadana en las urnas hubiera sido más copiosa.
Y es que Rafael Moreno Valle ya perdió todos los ideales y valores que utilizó en sus discursos de campaña para ganar las elecciones hace tres años.
En 2010 el entonces candidato opositor Moreno Valle Rosas logró más de un millón de votos en mucho por las promesas de que democratizaría la vida política del estado de Puebla, que ampliaría las libertades civiles y sobre todo, que trabajaría para mejorar el ingreso de las familias más pobres y abatiría la carencia de servicios públicos de calidad.
Todos esos ideales se fueron olvidando en el camino de los tres primeros años de gobierno, hasta llegar a la elección del domingo pasado, en que los candidatos apoyados por el gobernador ganaron por el excesivo gasto al que tuvieron acceso, porque nunca hubo una autoridad para frenar los abusos de los abanderados de Puebla Unida y por el enorme despliegue de una movilización electoral –que incluyó la compra masiva de sufragios– de las estructuras del PAN, el PRD y el Panal.
No se ganó por la vía del convencimiento o porque la gente haya creído que habría un parteaguas con los nuevos gobiernos de Puebla Unida. De hecho, para poco más de 50 por ciento del electorado hubo cosas más importantes que ir a las urnas.
Los candidatos de Puebla Unida ganaron por el uso de viejas prácticas viciadas que antes eran de uso exclusivo del PRI, y que hasta antes de esta elección eran repudiadas y combatidas por los dirigentes y militantes del PAN y el PRD. Ahora son parte de su esencia. Por eso el resultado de este domingo es una regresión democrática.
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