miércoles, 24 de febrero de 2010

Construyamos un proyecto con identidad de izquierda. No a la alianza con el PAN, ni tampoco con el PRI

La Jornada de Oriente
MELITÓN LOZANO PÉREZ
¿Cómo pueden aliarse dos partidos que en su declaración de Principios son francamente opuestos? Esto sólo es posible porque dichos partidos no se conciben como representantes de nadie una vez que obtuvieron los votos, y sólo defienden sus intereses de élite en el poder.
Enrique Dussel
Después de haber asistido al III Consejo Estatal, celebrado en la ciudad de México el pasado 18 y 19 de febrero, donde se aprobó de manera definitiva la política de alianza con los partidos PRD, PAN, Panal, Convergencia y PT, siento la responsabilidad de fijar mi posición respecto a este hecho. Si bien existen militantes a favor de la alianza con el PAN que han sido convencidos ofreciéndoles prebendas, también existen personas que se oponen a esta alianza bajo consigna del PRI; es importante resaltar que habemos muchos otros perredistas que ni aceptamos prebendas, ni actuamos bajo consigna de nadie; nuestra convicción y clara identidad de izquierda es la que nos hace estar en contra de tal hecho político.
Algunas de las razones que me llevan a no estar de acuerdo son las siguientes:
El principal argumento se basa en la imperfección de nuestro sistema electoral y de las reformas actuales a las leyes electorales. Reformas que responden a los intereses de las cúpulas de los partidos. El politólogo José Antonio Crespo ilustra con una reflexión que bien se adapta a la realidad poblana. En principio, “una alianza legítima sólo puede ser democrática si las partes expresamente se obligan a empujar una agenda de transformación del Estado y resuelven avanzar juntos en esta lucha. En este sentido, las alianzas que sólo tienen fines electorales y hacen a un lado sus propios principios, pueden considerarse como una defraudación al elector”. Como sucede con el frente opositor que están conformando el PAN y el PRD, en donde no existe un proyecto y solo se discuten posiciones, cargos, diputaciones y ayuntamientos que se podrían ganar. Lo lamentable es que esas son las alianzas que promueve la ley electoral en Puebla. El código electoral (Coipep), exige una plataforma electoral común, para formar una coalición y que ofertar a sus electores, estipulada en su artículo 65 … concluido el proceso electoral dejará de tener vigencia el convenio que dio origen a la coalición. ¿Para qué entonces un programa común? ¿Cómo se garantiza su cumplimiento al desaparecer la coalición? Se trata de una burla al elector, pero permitida por la ley. Esta manera de hacer coaliciones es una anomalía de las muchas que tenemos, en el sistema electoral.”
En otras democracias, las coaliciones se forman después de los comicios a partir de las curules o votaciones obtenidas por cada partido y de una negociación poselectoral. O bien surgen antes de la elección, pero prevalecen pasados los comicios.
El deterioro de la política que vive el país, posibilita que se formen coaliciones acordadas en las cúpulas de los partidos, que no han derivado de una gran movilización social y ciudadana, ni ha permitido ser discutida entre sus bases. La gran ausencia sigue siendo el proyecto de transformaciones necesarias en Puebla. Por esto no son comparables a los grandes pactos de transición o a los grandes frentes democráticos que han surgido en diversos momentos en América Latina, como quieren demostrar los defensores de tales coaliciones.

En Puebla no me queda ninguna duda, que las coaliciones como la del PRI con el Verde y la megacoalición del PAN–PRD, se dan por motivos estrictamente oportunistas y pragmáticos, que buscan sumar los votos de los coaligados sin importar nada más. La crisis de representatividad es evidente, los mexicanos no confían en los partidos ni en los políticos1 y las últimas encuestas dan muestra de que el costo para los respectivos partidos coaligados puede ser el alejamiento de sus respectivos votantes duros, y reforzar la idea de que a los partidos les importa más llegar al poder, sin importar cómo, y menos lo que harán una vez estando ahí. La apuesta bajo esta perspectiva, no es a favorecer un escenario de mayor participación para que los ciudadanos vayan a las urnas, se trata de aprovechar el escenario de abstencionismo que ha prevalecido en los últimos años y en ese margen de maniobra operar políticamente.
El PAN y los perredistas a favor de la alianza insisten en que una prioridad es terminar con el cacicazgo y el autoritarismo del PRI en Puebla, que ha gobernado sin interrupción. En palabras de Roy Campos “que se entienda pues, la estrategia de alianzas es sólo eso, una estrategia, no es una propuesta, no es la búsqueda de cambio, no es estrechar la mano enemiga y no es pactar por el avance del país en el Congreso aprobando leyes en forma conjunta; no es nada de eso, es sólo el intento de detener al PRI”. Probablemente hubiera sido más eficaz combatir esos cacicazgos desde el gobierno federal llamando a cuentas a los gobernadores–caciques que han transgredido la ley. Baste recordar al candidato Felipe Calderón, exigiendo con tarjeta roja la destitución de Mario Marín por el caso Lidia Cacho, en contraste con el presidente Felipe Calderón, brindándole su respaldo oficial e institucional. La ineptitud de los gobiernos de Fox y Calderón ha hecho que el PRI avance posiciones y ahora lo quieren detener.
En el contexto estatal, como diputado local he sido testigo de cómo el PRI y el PAN defienden los mismos intereses, se confabulan en las mismas complicidades y simulan que se pelean en cuestiones intrascendentes. Han votado juntos en cuestiones que vulneran los derechos de autodeterminación de las mujeres, violando sus derechos sexuales y reproductivos; en 18 estados han logrado consumar esta decisión. Están pisoteando la laicidad de nuestra patria y sostienen el atraso del principal catalizador en nuestro país que es la educación; el PAN pagando favores a Elba Esther Gordillo y el PRI de Mario Marín, negociando con ella una alianza retrógrada con fines políticos que mantiene la educación en puebla en condiciones miserables. ¡Y ahora nos piden que nos aliemos al PAN!
Moreno Valle es un operador de Elba Esther Gordillo. Si no creo en Gordillo, tampoco creo en Moreno Valle. La educación por una vía u otra la mantendrán en un estado de mediocridad y de mafias sindicales.
Con el PRI a nivel nacional se manejaba que había 50 millones de empobrecidos, con el PAN se dice que existen 65 millones de personas sumidas en la pobreza. Ahora nos piden que nos unamos a ellos, los que han empobrecido al país. La gente nos es pobre por floja o por tonta, la han empobrecido por la aplicación de un modelo económico que solo produce más pobres y menos ricos. La han empobrecido con la mediocre educación que le dan al pueblo, formando una masa manipulable en lugar de favorecer una educación crítica y de calidad. Los responsables directos han sido los políticos del PRI y del PAN. ¡No nos pidan que nos unamos a uno de ellos!
¡La izquierda o lucha en contra de la desigualdad, de la pobreza y de la discriminación, o no es izquierda! Lo que le da identidad a la izquierda es la mística de luchar por estas causas, y no puede vinculase con partidos que han contribuido a la profundización de la desigualdad, han fomentado la discriminación y no han sabido reducir la pobreza.
Finalmente la lucha es entre dos fracciones: la de un priismo duro y la de Elba Esther Gordillo que en sí mismo es indeseable.
Con esta alianza el PRD habrá perdido la oportunidad de significar una opción verdadera, de lucha para mucha gente que no se siente representada ni en el PRI, ni en el PAN. Habrá perdido la oportunidad de afirmar su identidad de protesta y de propuesta. De continuar protestando contra las políticas erráticas de orden económico y social de gobiernos del PAN y de proponer caminos alternativos ante el fracaso de modelos que han demostrado no responder a las necesidades de la sociedad.
La ideología debe prevalecer por encima del pragmatismo barato. La ideología es un concepto importante para explicar las diferencias y conflictos en el plano de las ideas políticas; debe ser entendida como la combinación de teorías (explicativas) y valores (normativos) capaces de llevar a las personas, grupos y movimientos sociales a la acción política o, al contrario, a aceptar pasivamente el orden establecido. Las ideologías funcionan, por tanto, como ideas–fuerza de cualquier sistema social. La ideología del PAN y PRD son incompatibles y antagónicas.
La experiencia nos dice que la alternancia prometida por las alianzas no es garantía de democracia, la mejor muestra la tenemos actualmente en el gobierno federal. Hoy el PRD institucional ha dejado de representar la lucha de las izquierdas, es tiempo de definiciones.
1 Diputados y partidos políticos en último lugar de confianza. Índice de confianza en las instituciones, Consulta Mitofsky octubre 2008

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