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El BRICS no es ni muy muy ni tan tan
Guillermo Almeyra
El BRICS no es ni muy muy ni tan tan
Como he escrito en otros artículos, los miembros del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), como dicen los peruanos, "no son ni muy muy ni tan tan". En una palabra, no son un centro de poder alternativo al imperialismo en escala mundial, ni un bloque unificado de potencias, ni un respaldo seguro para los países necesitados de ayuda económica y política.
Todos los países de ese bloque son capitalistas y sus gobiernos –sólo formalmente democráticos– buscan servir los intereses del sector dominante de las oligarquías locales. Brasil y Sudáfrica están dominados por las transnacionales imperialistas, generalmente estadunidenses, y sus finanzas están en manos de la banca extranjera. Rusia, India, Brasil y Sudáfrica son países esencialmente exportadores de materias primas (gas y petróleo, materias primas alimentarias, productos mineros). En Rusia la población disminuye constantemente y la industria no es competitiva en escala mundial o es obsoleta, lo cual afecta incluso la capacidad militar que aún mantiene. China, comercialmente, es efectivamente el primer exportador mundial, pero depende en gran medida de la importación de tecnología de punta, y su crecimiento económico (de 7.5 por ciento anual) es muy grande, pero le alcanza apenas para impedir una explosión del problema del desempleo.
Por otra parte, todos los miembros del BRICS basan su economía en las pésimas condiciones de trabajo, en el pago de salarios bajísimos, en la debilidad extrema de los sindicatos obreros independientes (cuando éstos existen, lo cual no es el caso ni en China ni en Rusia). Todos estos países compiten entre sí (por ejemplo, China y Rusia se orientan hacia Sudamérica, pero tratando de hacer los mismos negocios, como la participación en el sector energético argentino y, particularmente, en la explotación de los yacimientos de gas de Vaca Muerta). Todos ellos consideran la protección ambiental como un gasto superfluo.
El nacionalismo indio tiene, es cierto, problemas con Estados Unidos en toda la región, pero ya fue a la guerra con China, de cuyo nacionalismo desconfía. Rusia teme, por su parte, el expansionismo chino en sus regiones asiáticas. Es verdad que Rusia y China están colaborando en el plano militar y del rearme y que, además, han sentado las bases de un gran acuerdo sobre la exportación de petróleo y gas rusos a China, y que la política de ambos países con respecto a Irán y a Medio Oriente coincide, del mismo modo que coinciden en las Naciones Unidas tratando de frenar a Estados Unidos. Pero los rasgos estructurales de esos países "emergentes" (léase dependientes) pesan más que las intenciones de sus respectivos gobiernos capitalistas, cuya preocupación y aspiración fundamental es lograr una participación más confortable en el mercado capitalista mundial.
Los capitalistas mafiosos rusos, que engordaron gracias al despojo de los bienes colectivos que tanto les costaron a los pueblos del país desde 1917, por ejemplo, no quieren problemas con la Unión Europea y exportan ilegalmente centenares de millones de dólares a Francia, Inglaterra y Suiza, reforzando esas economías. A su vez, los capitalistas chinos compran industrias enteras y bienes en Francia. China, además, sostiene la economía de Estados Unidos y el sistema económico capitalista mundial comprando empresas y bonos del Estado en Estados Unidos y acumulando dólares.
Por supuesto, es muy importante que los países en cuestión formen el BRICS, que se reúnan y tomen medidas para hacer frente a un recrudecimiento de la depresión mundial actual. Ambas cosas revelan la crisis de descomposición del sistema económico mundial y el retroceso de la hegemonía de Estados Unidos.
Es aún más importante que el BRICS esboce un sistema alternativo al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, creando un banco de desarrollo propio y un fondo de reserva de divisas. Igualmente importante, o más, es que el grupo se reúna con la Unasur, dándole su apoyo moral a la resistencia a los fondos buitres , esos nuevos Shylocks que tratan de llevar a Argentina a la cesación de pagos para ganar un enorme botín. Ese apoyo a países pequeños y débiles como Uruguay, Bolivia, Ecuador, Argentina es también, indirectamente, un sostén político contra Washington, y no sólo una medida diplomática o una astucia para lograr contratos en la región desplazando a las empresas imperialistas.
Pero el capital del Banco de Desarrollo ascenderá a sólo 50 mil millones de dólares, o sea a un promedio aproximado de 10 dólares por cabeza de los ciudadanos de los países que integran el BRICS, lo cual le da más bien el carácter de un precedente simbólico. Y la reserva de divisas llegará solamente a 100 mil millones de dólares, la misma cifra que regaló Washington al City Bank para reflotarlo a costa de los contribuyentes de Estados Unidos. Además, el apoyo político a los gobiernos que enfrentan a los fondos buitres es sobre todo verbal y lo han dado también gobiernos como el mexicano, el francés o el italiano, que no son, precisamente, paladines antimperialistas. El capital, en efecto, desde siempre teme y condena la usura porque ese sector parasitario dificulta el funcionamiento del sistema…
Quienes creen que los cambios sociales avanzados son obra de los gobiernos esperan también encontrar salvadores en el BRICS, e incluso el desplazamiento del dólar por el yuan o por una canasta de monedas para que los capitalistas nacionales de sus países puedan prosperar más. Pero no hay capitalistas buenos, aunque sea posible aprovechar para luchar por la independencia nacional y el desarrollo social las oportunidades que brindan las contradicciones entre los diversos grupos de explotadores y sus respectivos Estados.
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