El rechazo de estudiantes en la UAP
En estos días se han publicado muchos datos sobre la educación superior, y en especial que la UAP rechazó a cerca de 20 mil aspirantes, pues de los 29 473 jóvenes que solicitaron su ingreso, solo 10 783, es decir el 36.5% obtuvo un espacio. Estos jóvenes pasaron a la calidad de los “ni ni” y se orquesta una de las mayores burlas a los padres de familia, para que los dueños de las universidades privadas hagan su agosto. Ofrecen 1 200 becas por un semestre, del 20 y del 50 % del costo de la matrícula (Milenio Puebla 170810, p. 17) para que estos jóvenes paguen matrículas altísimas. Estas universidades en su mayoría no cumplen los mínimos requisitos de calidad y a decir de la prensa poblana, el 95% de las 234 universidades no están certificadas. Lo más absurdo es que promuevan estas becas los funcionarios universitarios y se entreguen a través de la Casa de la Juventud Poblana del gobierno del estado.
Los candidatos se olvidaron de los jóvenes
Este tema no fue discutido en la campaña electoral por los candidatos y estos solo ofrecieron más becas y computadoras a los mejores promedios. Todo un engaño. El problema de fondo, que es el de solucionar la educación gratuita a estos jóvenes, no fue motivo de reflexión.
El ridículo mayor lo hizo Javier López Zavala al ofrecer una nueva ciudad universitaria. Exactamente abordó el problema al revés. Un edificio cuya construcción requiere la aprobación del Consejo universitario de la UAP y los recursos económicos que deben ser aprobados por el Congreso de la Unión, el Congreso del Estado y la UAP.
Pero ¿acaso era suficiente ofrecer una nueva ciudad universitaria, sin anunciar el incremento de la matrícula? Nunca se comprometieron a eso, ya que implica contratación de personal, principalmente docente, con prestaciones laborales incluidas, laboratorios y centros de investigación.
El incremento de presupuesto a la UAP
Lo primero era, entonces garantizar un incremento de subsidio a la UAP para garantizar un ingreso económico constante que le permitiera sostener el gasto del incremento de la matrícula y, posteriormente, pensar en las instalaciones lo cual solo es viable con un compromiso con el gobierno federal, lo cual es imposible. Si no es así, entonces, ese ofrecimiento es pura palabrería de campaña, es decir, en términos claros, pura demagogia.
Claro, el gobierno federal, no tiene ninguna disposición en incrementar el gasto para la educación superior pública, porque su punto de vista es incrementar la educación superior privada. En esto no solo hablamos de los dos últimos regímenes, sino que incluye a los anteriores, desde Miguel de la Madrid. El neoliberalismo impuso a través de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y del TLC, una política de disminución de los subsidios a la educación superior en el mundo y la liberalización de los precios en las matrículas y los salarios de los profesionistas, suprimiendo las barreras al trabajo profesional calificado. Introdujo la certificación de las instituciones y carreras de licenciatura y posgrado y puso a competir como iguales a las instituciones públicas con las privadas. Es decir, introdujo a las instituciones públicas al mercado y a la competencia por la calidad y la eficiencia en la educación y por ende a los académicos y funcionarios universitarios, quienes son valorados y pagados en función del rendimiento académico. La educación cambió de contenido y cambió de un servicio público a una mercancía y su usufructo en una empresa privada y no en una obligación del Estado.
De ahí el discurso, engañoso y a la vez ingenuo, del rector de la UAP de que los jóvenes poblanos prefieren ingresar a la UAP por su eficiencia y calidad de la enseñanza. Está claro para todos que la UAP es la institución con recursos públicos federales y estatales cuantiosos como para garantizar una formación de calidad y además para sostener un cuerpo de investigadores de primera línea que compiten con holgura a nivel nacional e internacional y que está por encima de cualquiera de las universidades privadas del estado de Puebla. La UAP no tiene necesidad de confrontarse con alguna de las universidades estatales, pues ninguna de ellas se encuentra a la altura de su presupuesto, planta de investigadores y la fuerza de la construcción por décadas de su prestigio académico. El asunto principal es que los jóvenes aspirantes conocen la calidad de la enseñanza universitaria, pero además, por ser una universidad pública, los costos de la enseñanza son casi gratuitos y que en nada se comparan con las colegiaturas mensuales de hasta 2 500 pesos mensuales más inscripción semestral y otros gastos que cobran las instituciones particulares, que llegan hasta los 100 mil pesos mensuales en algunos casos y que de ningún modo están al alcance de los jóvenes las clases populares .
La política educativa
El tema de fondo, entonces se refiere a la política educativa del gobierno federal y estatal y la aceptación de esta política por parte de las autoridades universitarias y del conjunto de las organizaciones, los sindicatos y agrupaciones de profesores y estudiantes. Cada año, al mismo tiempo que los diputados aprueban el Presupuesto de egresos de la Federación, se aprueba la política educativa hacia la educación superior y gobernadores, funcionarios de disponen a aplicarla íntegramente. Los diputados locales y presidentes municipales hacen lo mismo.
El fondo de esta política es desalentar la universidad pública, reduciendo su matrícula y sus recursos económicos y alentar la educación privada, otorgándole ayudas en programas de investigación, formación de profesores y estímulos a la eficiencia y calidad académica, además de incluir a sus profesores en programas de becas y del Sistema Nacional de Investigadores.
Lo que mínimamente requerimos –y es precisamente lo que demandan los rectores de la UAP y de la UNAM, es que los candidatos, gobernadores y diputados electos, se comprometan a incrementar sustancialmente los subsidios a las universidades públicas y garantizar su sostenimiento para incrementar la matrícula y aceptar a la mayoría de los jóvenes aspirantes. De no ser así, continuará la crisis social que afecta a los millones de jóvenes entre los 15 y 23 años que no tienen opción de estudio ni de trabajo.
Los candidatos apoyan la política educativa neoliberal
Regresando al tema electoral, ninguno de los candidatos en Puebla abordó el tema de la educación superior, porque en el fondo, están de acuerdo con el desaliento a la educación pública y en la promoción de la educación privada. De la misma forma, los rectores y funcionarios de las universidades y de los gobiernos, no inciden en este punto, porque sostienen un conflicto de intereses, pues son a su vez dirigente de las universidades públicas y dueños de universidades privadas. Es más, ellos mismos, siendo rectores de la UAP, gobernadores o presidentes municipales, envían a sus hijos a estudiar a las universidades privadas, demostrando con ello que no confían en la calidad de la enseñanza que ellos mismos dirigen.
En fin, hoy tenemos un cuadro de 20 mil jóvenes rechazados por la UAP a los cuales no les damos opciones de estudio ni de trabajo, una reducida movilización de estos para exigir la ampliación de la matrícula y por la modificación de la política educativa del gobierno federal, estatal, municipal y de las autoridades universitarias.
Solidaridad a los jóvenes huelguistas por la educación pública
Estos jóvenes que se han decidido a iniciar una huelga de hambre en exigencia de estas demandas, no requieren más que nuestra solidaridad, pero al mismo tiempo exigen una incorporación de los universitarios, estudiantes, profesores, empleados y autoridades universitarias para formar un frente común para exigir una profunda modificación a la política educativa hacia la educación superior que implique un fuerte incremento a los recursos a las universidades públicas y la apertura total de la matrícula para que permitan el acceso a la educación superior de todos aquellos que lo soliciten y cumplan con los requisitos mínimos para su ingreso.
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