Kiev: Del extremismo político al fascismo
Odalys Buscarón Ochoa / Prensa Latina
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Moscú. La presencia de comandos armados, como el bloque de choque de organizaciones neofascistas en las revueltas en Ucrania, desveló el carácter del golpe de Estado y el apoyo a los partidos de ultraderecha por la oligarquía y la elite política prooccidental.
En la segunda fase de mayor violencia, a mediados de enero, emergieron a la palestra los sectores más recalcitrantes y de la extrema derecha ucraniana, visibles en los grupos de jóvenes encapuchados, muchos de ellos, con uniformes de camuflaje y otros atributos de las organizaciones ultranacionalistas, como los seguidores de Bandera (Stepán).
Desde la tribuna de la plaza de la Independencia (Maidán, epicentro de la revolución naranja de 2004, aupada también por Occidente), se hicieron llamados a matar a quienes portaran las cintas de San Jorge, el símbolo de la lucha contra el fascismo. Sus portadores, activistas de agrupaciones antifascistas y de orientación progresista, se convirtieron en blanco de ataques feroces de los militantes del partido Sector Derecho y formaciones afines, y de francotiradores, según mostraron reportajes de canales independientes.
Así, emergieron las fuerzas neofascistas como nuevos actores en la realidad política de Ucrania, un país que perdió en la guerra con la Alemania nazi casi nueve millones de personas, durante la Gran Guerra Patria (1941-1945), librada por la entonces Unión Soviética, cuyo costo humano se estima en unos 27 millones de muertos.
Los cabecillas de Sector Derecho Dmitri Yarosh y Sashko Bilovo confirmaron públicamente sus intenciones de postularse en las elecciones presidenciales del 25 de mayo, convocadas por un gobierno originado tras un golpe anticonstitucional y la destitución del presidente legítimo, Víktor Yanukovich, el 22 de febrero último.
Politólogos, incluso ucranianos, creen que la oligarquía local sufragará la campaña presidencial de Yarosh y el sector empresarial privado.
Durante las violentas jornadas de enfrentamientos en Kiev de los comandos ultranacionalistas con las fuerzas del orden, Yarosh llamó por la red social rusa Vkontakte a los propietarios de armas acudir al Maidán y matar a los policías.
De otro lado, la propia designación de Igor Teniuj como flamante ministro de Defensa, por el nacionalista partido Svoboda (Libertad), desvela el carácter del nuevo gobierno ucraniano instalado en Kiev, y la orientación de ese Estado centroeuropeo en una perspectiva no lejana.
Teniuj fue uno de los activos participantes de la denominada revolución naranja (2004), junto al expresidente Víktor Yuschenko, la exprimera ministra Yulia Timoshenko y su aliado político Arseni Yatseniuk. Se conoce también como uno de los ideólogos de la guerra mediática contra la permanencia de la flota rusa del mar Negro en Crimea, y en 2012 pasó a integrar la filial de Svoboda en Sebastopol.
No pocos analistas coinciden en que, una vez en el gobierno, esas figuras de la ultranacionalista Svoboda dejaron de ser considerados extremistas por Occidente para convertirse en respetables políticos, quienes reclaman a Crimea y a las regiones rebeldes acatar las leyes del Estado y la Constitución, las mismas que ellos quebrantaron a la fuerza y con terror.
Otra figura que cobró celebridad tras los recientes acontecimientos en Ucrania es Alexander Muzychko, ferviente militante de Sector Derecho, y defensor de la ideología del Tercer Reich, cuyos herederos se autoproclaman banderistas (Stepán Bandera, nacionalista ucraniano y excolaboracionista de los nazi).
El Primer Canal de la televisión rusa mostró imágenes en las que aparece Muzychko con un arma automática en una de las sesiones de la Rada (Parlamento), jactándose de haber matado a soldados rusos en Chechenia, en tanto no disimula sus intenciones de postularse en los comicios parlamentarios y presidenciales.
Tras la toma por asalto de la Suprema Rada en Kiev, los comandos de Svoboda y de Sector Derecho con sus típicos atuendos (máscaras y uniforme de camuflaje, que ya abandonaron) arremetieron contra la Procuraduría y los jueces.
Alexánder Yakimenko, exjefe del Servicio de Seguridad de Ucrania, denunció al excomandante de la tropa de choque de Maidán y actual secretario del Consejo Nacional de Seguridad , Andrei Parubi, también de Svoboda, como cómplice de la masacre perpetrada por francotiradores en Kiev. Los disparos de francotiradores se produjeron desde el edificio de la filarmónica. El comandante de Maidán (Parubi) controlaba el inmueble. Desde ese edificio disparaban los francotiradores el día 20 de febrero, aseguró Yakimenko.
Certificó igualmente que el jefe de la tropa de choque de Maidán mantenía estrechos vínculos con oficiales de inteligencia de países europeos en Kiev, y diariamente durante las protestas sostenía contactos con la Embajada de Estados Unidos en esa capital.
Algunos expertos, como la politóloga rusa Veronika Krasheninnikova, sostienen que esos combatientes o los herederos de Bandera, denominados por ella escuadrones de la muerte, fueron un eslabón clave en el escenario ucraniano, que se preparó desde mucho antes por Occidente.
Con unas autoridades reconocidas únicamente por Estados Unidos y algunos aliados europeos, el representante de Ucrania en la Organización de las Naciones Unidas, Yuri Serguéyev, afirmó en una sesión del Consejo de Seguridad a fines de febrero que la Unión Soviética había fabricado las acusaciones contra los nacionalistas ucranianos en el proceso de Núremberg.
Quiso reivindicar Serguéyev a los militantes de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) encabezada por Stepán Bandera, y a su brazo militar, el Ejército Insurgente Ucraniano, cuyo jefe fue Román Shujévich.
Los gérmenes del fascismo
La ideología nazi estuvo escondida y se mantuvo velada durante los últimos 20 años en Ucrania, explicó Krasheninnikova en entrevista exclusiva a Prensa Latina. Durante dos décadas creció toda una generación que consideraba a Stepán Bandera como su héroe, y se erigió heredera de aquella ideología fascista que abrazaron los colaboracionistas ucranianos en la Gran Guerra Patria. Esa ideología escondida salió a la superficie y prácticamente unas semanas después que empezaron las protestas en Maidán ya gobernaban los fascistas y mercenarios ultranacionalistas, observó.
Es así que se convirtieron en la fuerza principal y la mayoría de quienes fueron allí por otras razones se vieron obligadas a obedecerles. "De esta forma se convirtieron en los líderes de Maydán Arseni Yatseniuk y Vitali Klichko, y de otro lado los fascistas como Oleg Tiagnibok (Svoboda) y el Sector Derecho".
Los acontecimientos de Ucrania son llamados muchas veces, erróneamente, "revolución", pero la revolución es lo que hacen las masas populares para defender sus intereses, y los acontecimientos en Ucrania no fueron de ninguna manera revolucionarios, aclaró la directora general del Instituto de Investigaciones e Iniciativas de Política Exterior.
Refutó tal criterio en razón de que el escenario de las revueltas antigubernamentales fue organizado por un pequeño grupo de gente, con apoyo de los centros occidentales, aseveró.
También por esos días salieron de nuevo a la luz archivos que constatan la implicación de la OUN y el Ejército Insurgente Ucraniano en misiones de limpiezas étnicas de polacos, rusos y judíos, en territorio de Ucrania, Polonia y en la actual Belarús. Fueron responsables de las masacres en Volinia, al oeste de Ucrania, donde sólo en 1943 resultaron asesinadas unas 80 mil personas, tras ser torturados, según archivos soviéticos y polacos.
Los colaboracionistas ucranianos participaron junto a un escuadrón de las tropas de asalto alemán (SS) en la matanza de los habitantes de la aldea belarusa Jatín, en 1943. Las víctimas fueron niños, mujeres y ancianos.
En la nueva realidad política de Ucrania, los sectores de la extrema derecha y fascista controlan los hilos del poder y las carteras estratégicas del país como Defensa, Interior y Seguridad, además de la Procuraduría General.
Como brazo militar de los nuevos gobernantes, los destacamentos de ultranacionalistas del Maidán nutrirán la recién formada Guardia Nacional de Ucrania.
La guerra fría no se ha acabado
Pierre Charasse / La Jornada
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La crisis en Ucrania pone en evidencia la creciente distancia que separa el bloque occidental de Rusia. Desde que colapsó la URSS, en 1991, el mundo occidental bajo el liderazgo de Estados Unidos se fijó como prioridad estratégica no permitir nunca que Rusia se levante nuevamente como una superpotencia mundial.
Estados Unidos desarrolló una estrategia de contención para obligar a sus aliados de la UE y de la OTAN a establecer toda una red de acuerdos políticos, comerciales y militares para impedir a Rusia jugar nuevamente un papel de contrapotencia mundial de Estados Unidos.
En los años 90 los aliados de la URSS entraron en la OTAN y Washington presionó a la UE para admitirlos como nuevos socios, desvirtuando así el espíritu originario de la construcción europea. Está claro que para el gobierno estadunidense los espacios cubiertos par la UE y la OTAN deben coincidir. Desde los 90, la prioridad para los occidentales era obligar a Rusia, derrotada ideológicamente y debilitada económicamente pero todavía superpotencia nuclear, a una cierta conducta, en particular sobre el desarme convencional, a cambio de un acercamiento con las economías occidentales.
Se creó la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) en 1995, para tratar los temas del desarme convencional y de las fronteras a la periferia de Rusia. Desde entonces, el bloque occidental considera que las anteriores repúblicas soviéticas, desde el mar Báltico hasta China, son una extensión del espacio oeste-europeo, y por lo tanto entran en la zona de intervención de la OTAN, lo que molesta fuertemente a Moscú.
En 1994, para acabar definitivamente con la bipolaridad del mundo y no dar a Rusia el estatuto de potencia global, el G7, verdadero centro de poder ideológico, político y económico del mundo (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Japón y Canadá), decidió crear un foro específico de diálogo con Rusia, el G-8.
El G-8 está concebido para neutralizar a Rusia e imponerle ciertas reglas sobre seguridad mundial, nuevas amenazas, desarme, proliferación nuclear, terrorismo, etcétera. A pesar de este trato humillante y discriminatorio, Rusia siempre ha dado buenas muestras de colaboración. Sin embargo, los occidentales le tienen profunda desconfianza, en especial porque los nuevos socios de la OTAN-UE de las antes repúblicas soviéticas se sienten vulnerables frente a supuestas pretensiones expansionistas rusas.
Rusia, por razones geográficas, necesita estados-tapones amigos o por lo menos neutrales al oeste de su frontera. En una actitud muy prepotente, Washington le niega a Rusia el derecho de garantizar su seguridad territorial en su periferia y se sorprende de que Moscú se sienta cercado por países miembros de la OTAN, organización militar que no ha dejado de fortalecerse después de la dislocación del Pacto de Varsovia. Estados Unidos considera que él es el único que tiene derecho de organizar el mundo postsoviético en función de sus intereses nacionales, desplegar bases o misiles según las necesidades del momento (Europa, Pacífico), actuar con o sin el permiso de la ONU (Afganistán, Yugoslavia, Irak, Libia, Siria…) Es la ley del más fuerte. ¿Con qué legitimidad o autoridad moral Obama puede proclamar que Rusia está del lado incorrecto de la historia?
Rusia es un país euroasiático con tradiciones políticas orientales ajenas al los patrones occidentales, nos guste o no. El pueblo ruso tiene raíces milenarias y una relación muy especial con el poder, la autoridad y la religión ortodoxa, siendo al mismo tiempo rebelde y amante de la libertad. En 20 años, las prácticas democráticas occidentales no han permeado todas la capas de la sociedad rusa, que desde el siglo XIII siente en su mayoría la necesidad de tener un poder autocrático fuerte detrás de los muros del Kremlin, nacionalista y paternalista. El amor a la patria (ródina), a la tierra (ziemlia), es un cimiento que los occidentales no ven y no entienden. Las discusiones entre slavófilos y occidentalistas que se dieron lugar en Rusia en los siglos XIX y que hoy dividen a Ucrania y al mundo eslavo están todavía muy presentes.
El pueblo ruso está convencido de su genio y de su vocación de servir de puente entre Europa y Asia, cuestiona profundamente la autoproclamada misión civilizadora de Occidente y rechaza el capitalismo mercantil representado por oligarcas corruptos apoyados por Occidente. Los pueblos de la Unión Soviética recuerdan todavía con emoción y orgullo la Gran Guerra Patriótica (Velikaya Otechestvienaya Voyna), que les costó 20 millones de muertos sacrificados para salvar la madre patria. Están muy resentidos por la falta de reconocimiento de los europeos por este sacrificio que permitió, tanto como el desembarco estadunidense, liberar a Europa del yugo nazi.
Desde la desaparición de la URSS, Rusia se siente herida y humillada por Occidente. Quiere recuperar su estatuto de gran potencia y que sean reconocidos sus derechos legítimos de seguridad en sus fronteras terrestres y marítimas. Nunca va a aceptar mutilarse perdiendo su base naval en Sebastopol. Es un puerto estratégico que le da salida al mar Negro y al Mediterráneo. Tampoco va aceptar el despliegue de los misiles del escudo de la OTAN que apuntan directamente a su territorio.
Putin utilizó en los últimos días los mismos argumentos que Estados Unidos y sus aliados para justificar sus acciones en Crimea: proteger la seguridad de sus ciudadanos. E invoca el precedente creado por Occidente en Yugoslavia y Kosovo para pedir un referendo en Crimea o en otras partes de Ucrania. Un referendo podría decidir la autonomía de Crimea o de otras provincias pro rusas, o su independencia, o su reincorporación a Rusia.
Vladimir Putin es un gran estratega, formado en la escuela diplomática soviética, como su brillante canciller Serguéi Lavrov. Él sabe muy bien hasta dónde ir, hasta dónde su política es la expresión de un consenso nacional y patriótico y que en los territorios de la ex Unión Soviética hay todavía mucha nostalgia por la grandeza perdida. Sabe que los países europeos nunca se van a lanzar en operaciones militares contra Rusia y que no están dispuestos a sacrificarse para ayudar a Ucrania.
Los países occidentales deberían recordar la crisis de Georgia en 2008. Rusia desplegó un potente aparato militar para parar lo que consideraba como una agresión intolerable a su integridad territorial y poner un hasta aquí a una aventura irresponsable fomentada por Occidente.
En Europa occidental hay divergencias frente a la crisis ucraniana. Varios países dependen del petróleo y el gas rusos. Alemania tiene muchos compromisos con Rusia. Los halcones estadunidenses no entienden la prudencia de muchos gobiernos europeos frente a Rusia, se enojan y los insultan. La UE, desgarrada entre sus intereses estratégicos con su gran vecino europeo y su temor de disgustar a su mentor transatlántico, muestra su extrema debilidad. Su política exterior es inconsistente. Putin, no sin razón, advierte a Occidente que las sanciones económicas perjudicarán a los que las promueven y que Rusia puede vivir sin el G-8.
En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia tiene derecho de veto. China adoptó una actitud sumamente cautelosa. Sabe que oscuras fuerzas occidentales echan leña al fuego en Xin Qiang y en Tíbet, como lo hicieron en Ucrania, para provocar un desmantelamiento de su territorio o por lo menos crear caos para frenar su inexorable desarrollo como potencia. Por esto China llamó al cese de las injerencias extranjeras en Ucrania. Es un mensaje a Estados Unidos.
El enemigo del bloque occidental ahora no es el comunismo, sino todos los pueblos no occidentales (el grupo BRICS, Alba, Unasur, Venezuela…) que potencialmente cuestionan el orden unipolar del mundo.
Obstaculizar el desarrollo de Rusia y China son las dos prioridades estratégicas de Washington para mantener su liderazgo mundial. Es una conducta muy irresponsable. La guerra fría no se ha acabado.
Ni tropas rusas, ni fascismo,
ni instituciones euro-atlánticas
Catherine Samary / Viento Sur / Traducción: Faustino Eguberri
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La caída de Yanukovich no es un "golpe" fascista; pero la composición y las orientaciones del "gobierno de unión" apoyado por las potencias occidentales pueden hacer estallar Ucrania.
Las presentaciones complotistas y polarizadas de lo que está ocurriendo en Ucrania, apoyándose en una parte de la realidad, ocultan lo que hay en juego desde el punto de vista social y democrático,
Del lado de Maidán. Es un movimiento popular, desafiante hacia todos los partidos, que ha hecho caer a Yanukovich, a causa de sus propios métodos. Más que sobre el tema de Europa, Maidán se ha movilizado masivamente contra "la familia" reinante, oligárquica, y el curso cada vez más represivo y personal del régimen, temiendo que una integración en los proyectos de Putin agravara esas derivas.
Pero esto ha dado peso al partido Svoboda –que sigue celebrando a los batallones SS y valoriza por ahora la "Ucrania europea" contra Rusia. Igualmente han sido populares los militantes de Pravyi Sektor (Sector Derecha) que camuflan su xenofobia con una lógica "antisistema"/1. Esta presencia activa de la extrema derecha, popular en un movimiento ideológicamente confuso y de tipo "indignados", ha dividido y debilitado a las fuerzas de izquierda.
Sin embargo, el paso de un movimiento social de calle a un "gobierno de unión" modifica la situación: da peso a lo partidos apoyados en bloque por la UE, muy contenta de poner de nuevo sobre la mesa su proyecto de "partenariado oriental" ultraliberal. Ahora bien, ese proyecto presentado por la UE en contraposición a los proyectos rusos, es destructivo para Ucrania, social y nacionalmente.
Del lado ruso (y rusofono). Independientemente de los recientes acontecimientos, Putin quería modificar el Tratado firmado con Ucrania mediante una reducción de las tarifas del gas ruso/2, a fin de prolongar la permanencia de su base militar en Sebastopol (que tiene un estatuto autónomo en el seno de Crimea, que ella cuanta, a su vez, con un estatuto especial). Actualmente, y en nombre de la protección de las poblaciones locales (60% rusófonas), intenta obtener por la fuerza lo que negociaba con Yanukovich desde 2010: la salida de las tropas de su base para controlar Crimea y enfrentarse a las orientaciones antirrusas, con el riesgo de una guerra.
Pero los miedos, la movilización y el llamamiento a apoyar a las poblaciones locales no son sin embargo un viento agitado desde Moscú: el primer acto del "gobierno de unión" puesto en pie tras la caída de Yanukovich ha sido la puesta en cuestión del estatuto de lengua oficial del ruso en las regiones rusófonas. Esta medida ha envenenado inmediatamente las tensiones tanto como la entrada en el gobierno de los ministros de Svoboda. De la misma manera que la supresión de las estatuas de Lenin y la prohibición del Partido de las Regiones y del Partido Comunista allí donde dominan Svoboda y Pravyi Sektor genera confusión sobre las herencias, etiquetas y memorias de la historia reciente. Comprenderlo no es aceptarlo.
Contra los falsos dilemas, hay que centrarse en la cuestión social y democrática. Contra los crímenes cometidos lo que hace falta no es la prohibición de partidos, sino una justicia independiente de los partidos. Es decisivo combatir las ideologías racistas y xenófobas: los tártaros musulmanes de Crimea, que fueron deportados por Stalin y están de vuelta a sus hogares desde 1991, que han sido favorables a Maidán por temor a la dominación gran rusa, también están amenazados tanto por la ideología de Svoboda en el poder en Kiev como por Pravy Sektor que defiende la "cristiandad" contra "los burka".
Hay que poner el acento en lo que acerca a las poblaciones de toda Ucrania: la defensa de la independencia junto con la lengua nacional ucraniana, pero asociada a los derechos culturales y lingüísticos tanto de los tártaros de Crimea como de los ucranianos rusófonos; y las demandas sociales, que son esenciales. Como en Bosnia, la aspiración democrática debe hacer evolucionar las desconfianzas "antisistema" en las asambleas ciudadanas, poniendo en cuestión las privatizaciones que han desmantelado los derechos sociales. Hay que denunciar la deuda como ilegítima y luchar contra los planes de austeridad del FMI.
La autonomía y, mañana, la desmilitarización de Crimea implican la neutralidad militar de Ucrania. Su unidad y la de todo el país van parejas con la defensa de los derechos sociales y culturales para todos y todas contra el fascismo, la dominación gran rusa o la de las instituciones euro-atlantistas. (3/03/2014).
1/ Leer en Le Monde Diplomatique, marzo 2014, Ultranacionalismo en Ucrania.
2/ Ver en ESSF http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article31238
Los muertos incómodos de Ucrania
Oleg Yasinsky
yasinsky.oleg@gmail.com @OlegYasinsky
Nadie sabe quienes fueron los misteriosos francotiradores que dispararon primero a los manifestantes y luego a los policías que enfrentaban a estos manifestantes, en pleno centro de la capital ucraniana, hace sólo unos días. Lo más probable, es que nunca lo sabremos. Balazos certeros, profesionales… en la cabeza y en el cuello. La mayoría de las victimas fueron civiles jóvenes y ancianos, policías rasos; personas que directamente no participaban en los enfrentamientos.
Alguien necesitaba incendiar el país. Igual que sus francotiradores, él tenía nombre (seguramente varios), recursos, garantías de anonimato y ahora ve por televisión las desgarradoras escenas de la despedida a los caídos y tal vez sonríe.
Cuando en los próximos días la primavera derretirá las nieves en los bosques aledaños a Kiev, seguramente reaparecerán varios de los más de 300 desaparecidos. Sabemos que a pesar de tantas promesas de justicia, cada vez más patéticas y repetitivas, nadie pagará. O si se hará un nuevo show llamado justicia, los que pagarán no serán los verdaderos responsables.
Siempre creímos que derrotar al mal gobierno de Yanukovich era un derecho justo y el deber del pueblo ucraniano. También advertimos que la legítima rebelión civil desde sus inicios fue manipulada, utilizada y al final encabezada por grupos de extrema derecha que supieron aprovechar el vacío social generado por falta de una izquierda de verdad. Los partidos Comunista y Socialista de Ucrania no se cuentan: fueron cómplices del régimen.
Con la misma convicción podemos afirmar que los monstruos y payasos que disputan ahora el poder, una vez más, no representan en lo más mínimo los intereses y las necesidades del pueblo ucraniano.
Lo que ocurre ahora en Ucrania, sin duda, no es una revolución. Tampoco es un golpe de Estado de ultraderecha, como insisten algunas voces de izquierda. Pero rebelión sí hubo, igual como hubo un movimiento muy amplio y espontáneo de los ciudadanos indignados, por el abuso y la prepotencia del poder, sin mayor experiencia y menos cálculos políticos. De los cálculos se encargaron otros, los políticos de la oposición, alma gemela pro occidental del régimen pro ruso (ojo, este pro supone sólo los gobiernos, nunca el pueblo) y los lideres de los movimientos neonazis que supieron usar la coyuntura.
Yanukovich no fue derrotado por un complot de Occidente, ni cayó víctima de una guerra mediática (aunque Occidente se involucró, igual "Oriente" y la guerra mediática todavía sigue), sino por una espontánea, heroica y desesperada acción de miles de ucranianos, que permanecieron, durante meses, en las calles y plazas con temperaturas muy por debajo de cero. La principal motivación era la defensa de la dignidad, lo que en su expresión mínima, en este momento y en este país, equivalía a derrotar el gobierno de Yanukovich. Entre ellos estuvieron algunos de mis amigos. Discrepé y discrepo con muchas de sus ideas políticas, pero admiro su valor y su consecuencia ciudadana.
Ahora, cuando los de siempre, después de derrotar con manos ajenas y sangre ajena al principal obstáculo para su acenso al poder, una vez más nos mienten hablándonos del perdón y de los valores universales, cuando el FMI está por auspiciar la mortífera unión entre los neoliberales y los nazi en el primer gobierno "revolucionario" de Ucrania; cuando después de las estatuas de Lenin se destruyen los últimos monumentos a nuestros abuelos caídos en la guerra contra el fascismo; cuando la televisión rusa, la prensa occidental y todo el mundo miente sobre lo que realmente pasa en Ucrania; y cuando nos cuesta cada vez más distinguir entre el pragmatismo de las derechas y el cinismo de las "izquierdas", arrepentidas y políticamente correctas… busco otra clase de palabras… palabras para nuestros caídos, con letras capaces de ser flores o tierra o sueños en su tumba. Palabras de todos los colores, para contrapesar lo rojo de sus primeras letras.
Ahora cuando con horror, pero sin sorpresa, nos enteramos que la cultura, la justicia y la policía de Ucrania serán encabezadas por los nazis de Svoboda y la reciente rebelión popular contra la mafia pavimentó el camino para otra, mucho peor. Algunos de nosotros preguntaremos, ¿cómo nadie quiso ver este enorme caballo de Troya, lleno de fascistas, en el corazón de la resistencia ciudadana? Los otros, los que no supimos levantar nuestras banderas de izquierda, les responderemos con nuestros argumentos de siempre, recordando las represiones de Stalin, el cinismo de la época de Brézhnev, el fraude de la perestroika y un cuarto de siglo de ofensiva mediática anticomunista en toda la ex URSS.
Pero nuestros muertos de febrero de 2014 en Kiev vivieron y murieron por otras cosas. Lo hicieron por la libertad y la democracia para los pueblos de Ucrania. No para llevar al poder a ningún político y menos a los fascistas disfrazados hoy de ovejas pro europeas.
Las muertes siempre duelen, pero es doble cuando parece que han sido en vano. Y es triple, cuando sabemos que serán utilizadas como material de construcción para los palacios de nuevos reyes.
Pero en vano no han sido. A los muertos rebeldes y los muertos que se rebelan, el poder siempre les amenaza con lo único que puede matarlos de nuevo: el olvido. A pesar de tanto llanto de cocodrilo por la televisión, a pesar de las decenas de nuevos monumentos en su memoria, que ya están en los nuevos decretos de gobierno, como sus jóvenes nombres para las viejas calles de Kiev, este olvido ya es parte del nuevo plan político de las autoridades recientemente autoproclamadas. Y la única manera para salvarlos del olvido es juntar toda nuestra rabia y vergüenza, hasta que construyamos un movimiento social capaz de sacar a nuestro país Ucrania de su actual prehistoria. Movimiento que será de abajo y de izquierda, humanista y revolucionario, aunque tal vez no usará ninguna de estas cuatro palabras, para que nuestros muertos puedan por fin descansar tranquilos.
Mientras los vivos, nuestros amigos y compañeros, de la minúscula, mal organizada pero porfiada izquierda ucraniana, se reorganizan para enfrentar la noche del fascismo que se avecina.
Guerra por el petrodólar, no por democracia
Manú Dornbierer / Satiricosas
satiricosas@gmail.com librosdemanu@gamil.com
¡Lo mismo que pasó con Iraq! En 2014 el mundo está en peligro de otras guerras calientes –ya no guerra fría– entre Estados Unidos y Rusia, porque el petrodólar está en peligro.
Los rusos –y también los chinos– podrían desechar el dólar e imponer el patrón oro para comerciar el petróleo y el gas ruso que alimentan a muchos países. Eso significaría según expertos gringos que en tres años el dólar perdería el 80% de su valor. Así que la guerra contra esta posibilidad ya hace rato que empezó en todos los puntos del planeta en que gobernantes y poblaciones se niegan a seguir siendo esclavos de voraces instituciones como el FMI, Banco Mundial, OCDE (manejada por el mexicano Ángel de la Dependencia Gurría) entre otras que amenazan hoy con grandes sanciones a Rusia, los muy ingenuos.
Estás conmigo o te organizo la guerra, sería la divisa de Obama y su secretario de Estado Kerry. Al ver esta táctica indudable ya para muchos que dentro y fuera de Estados Unidos comprendemos, se me ocurre pensar que la cada vez más desprestigiada narco guerra gringa de Fecal, impuesta por George W. Bush a través de la Iniciativa Mérida, fue también una de esas "estrategias" para obligar a México a ceder el petróleo. O te doblegas o no paro la guerra en tu territorio y sigo surtiendo armas a tus cárteles. El caso de México puede no estar lejos, con sus asegunes y particularidades internas, del de Venezuela y Siria, de la cual opinan algunos que la guerra que desataron los gringos ahí es un prolegómeno de su planeada ocupación del (ese sí) nuclear Irán.
El terrible ejemplo de Iraq
Hoy se sabe perfectamente que la verdadera razón de las guerras de los petroleros Bush, padre e hijo, contra Iraq, desatadas a fines del siglo XX y principios de XXI, fue la misma. Se habló de cancelar el petrodólar como moneda del comercio regional del petróleo. Saddam Hussein, socio y amigo de los Bush al que habían sostenido y armado contra Irán, pasó al campo enemigo hasta su destrucción con todo y país por la intención expuesta del cambio de patrón de pago. Lo empezaron a picar a través de la gasolinera bajo dominio occidental de Kuwait. Por órdenes del imperio le evitó a Iraq, país del que había sido una de sus provincias, el paso a Ormuz, es decir al mar, al Golfo Pérsico. Se conoce el resto.
Con el apoyo de la ONU, Bush padre ordenó el bombardeo en 1990 contra Iraq con 100 misiles crucero Tomahawk disparados desde barcos estacionados en aguas del Mar Rojo y el Golfo Pérsico. La Tormenta del Desierto, se llamó esa operación de guerra. O como la llamaba Saddam Hussein, La Madre de todas las Batallas. Algunos de los blancos alcanzados durante los primeros ataques fueron tres palacios presidenciales, el Ministerio de Defensa, la Dirección de Inteligencia Militar, cinco estaciones de teléfonos, el puente Ashudad, el Cuartel General de la Fuerza Aérea, una fábrica de ensamblaje de misiles Scud, la sede del partido Baath, la sede central de la policía, la estación central de televisión y diferentes ministerios.
La guerra de Bush padre duró poco, del 2 de agosto de 1990 al 28 de febrero de 1991, pero el efecto fue un bloqueo económico que duró la década. Participaron en él muchos países, afiliados a la ONU, que empezó por arruinar a Iraq al grado de desatar enfermedades por ejemplo, porque no se podía comprar refacciones para las plantas tratadoras de agua. Estuve en Bagdad dos semanas y pude percatarme del daño a la población causado por los estadunidenses y sus "aliados". El que me dio directamente estos datos fue un médico originario de Nueva York al que avergonzaba la actitud de su país y él ayudaba a llevar algunas medicinas a los hospitales de Bagdad.
En cuanto a la guerra de Bush hijo, llamada irónicamente Operación Libertad Iraquí, en Estados Unidos, y Operación Telic, en el Reino Unido, los dos principales países sobre los que recae la vergüenza histórica de haber destruido a Mesopotamia, cuna de la civilización, fue en realidad una cruel y destructiva ocupación de Iraq que no fue autorizada por la ONU, que empezó el 20 de marzo de 2003 y finalizó el domingo 18 de diciembre de 2011.
Con el eterno pretexto imperial de "implantar la democracia" pero sobre todo de buscar "armas de destrucción masiva" en Iraq, aunque a priori sabía que no existían porque años atrás Israel había destruido la posibilidad iraquí de entrarle a lo nuclear, Estados Unidos probó sobre la inerme población civil iraquí las nuevas y terribles armas imperiales en un horrendo súper show televisado que no ha podido olvidar ningún ser verdaderamente humano que lo haya visto en CNN.
Por esa razón esencial dos terribles guerras directas contra Iraq acabaron a ese país brutalmente atacado en 2003 por una coalición vergonzosa de Estados Unidos y Gran Bretaña, más algunos otros que deberían pedir perdón como España, Dinamarca y Australia. Todos contra Iraq porque Saddam Hussein "tenía armas atómicas escondidas". Los brutales aliados sabían perfectamente que no las iban encontrar porque no las hubo.
El 22 de octubre de 2010 la página Wikileaks hizo públicos los documentos Irak War Logs (Registros de la Guerra de Iraq), 391,832 documentos del Departamento de Defensa de Estados Unidos sobre la guerra de Iraq y su ocupación entre el 1 de enero de 2004 y el 31 de diciembre de 2009 en los que se revelan, entre otros asuntos, el uso sistemático de torturas, la cifra de 109,032 muertos en Irak: de los que 66,081 fueron civiles, el 63%; 23,984 "enemigos etiquetados como insurgentes"; 15,196 del "país anfitrión" (las fuerzas del gobierno iraquí) y 3,771 fueron muertos "amigos" (fuerzas de la coalición). Cada día, en promedio murieron 31 civiles, durante un período de seis años.
Ahora Ucrania y Crimea
Estados Unidos interviene ahora "para defender la democracia y los derechos humanos", en una antigua república de la URSS que devino en país independiente desde 1991. En 1956, Nikita Jruschov, sin visión del futuro, le anexó la península de Crimea que a su vez se convirtió en región autónoma. El principalísimo puerto de Sebastopol, en donde se encuentra una base de la Armada Rusa obtuvo en 1997 permiso de mantenerla para la flota del Mar Negro hasta 2017, y el depuesto presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, en 2012 prolongó el periodo de ocupación hasta 2042. A cambio, Putin le daba a Ucrania el gas a un precio ventajoso. En Crimea el 60% de la población es rusa y está por darse un referendo para su regreso a Rusia.
La intervención estadunidense en la región, con violentos guaruras de caras cubiertas, supuestos ucranianos ardientes partidarios de Occidente, ha causado ya graves y sangrientos conflictos. ¿Y ahora qué? Pues por supuesto Estados Unidos en tan lejanas tierras se siente llamado a ser el juez del referendo y su presencia no puede ser tolerada por Rusia.
Obviamente la cosa está que arde. El actual peligroso rebumbio en el planeta se debe, dicen especialistas gringos, al Gran Garrote del secretario de Estado, John Kerry. En el Reino Unido se coló en Londres un documento secreto que asegura que no va a apoyar las sanciones económicas contra Rusia porque a los gringos se les pasó la mano en Ucrania.
El famoso economista doctor Jim Willie insiste en que el verdadero problema es que no le conviene a Occidente pagar el petróleo y el gas en algo que no sean dólares.
Willie alerta: "Veremos muy pronto a Rusia demandar el pago de su gas y su petróleo en rublos o en oro. No creo que sea un shock para nadie porque los rusos tienen 20 mil toneladas de oro, y van a querer apoyar su rublo con oro. "Screw the dollar", dice Willie, lo que creo poder traducir como "¡Que se chingue el dólar!" Y agrega que los chinos también tienen otras 20 mil toneladas de oro y también se sustentarán con oro, para cambiar completamente el panorama mundial. Y finalmente dice que en cambio lo que sustenta al dólar, lo que es uno de sus pilares es "the military"… o sea la guerra.
En el siglo pasado, en 1914, hubo una guerra atroz. Ojalá no se repita la historia cien años después. Habría que platicársela a los señores Obama y Kerry. Y señalarles que ya pocos son los que creen que llevan la democracia y los derechos humanos en sus indeseadas y sanguinarias intervenciones, que se den en Siria y en Venezuela o en Ucrania y Crimea.