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lunes, 24 de febrero de 2014

Ucrania: rebelión e injerencia

Ucrania: rebelión e injerencia

Ucrania: rebelión e injerencia

Con la huida del hasta anteayer presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, culminó la violenta crisis política que se inició a comienzos del año en la capital Kiev. Como jefe de Estado interino fue designado Oleksandr Turchi- nov, quien ocupa además la presidencia de la Rada Suprema (parlamento).

Vista en perspectiva, esta crisis es sólo el episodio más reciente de una inestabilidad crónica que acompaña a la ex república soviética desde que surgió como Estado independiente en 1991. Desde entonces, el poder público ha sido blanco de cruentas pugnas entre dos grupos rivales: el de los ex funcionarios soviéticos y el de los financieros pro occidentales, caracterizadas por los golpes de mano, las defecciones y las traiciones.

Con frecuencia, los bandos de la clase política han recurrido a la persecución judicial y a la distorsión de los resultados electorales; lo más grave, han atizado los descontentos sociales para usarlos contra sus adversarios del momento, en tanto que las promesas de estabilidad democrática y económica se han diluido una tras otra, como ocurrió con la llamada Revolución naranja , que generó tantas expectativas frustradas en 2004-2005.

Más allá de las causas endógenas, un factor determinante de la precariedad institucional ucraniana es la pugna geopolítica que sostienen la Unión Europea y Rusia por situar a la ex república soviética en sus respectivas órbitas de influencia.

Así, en la crisis más reciente, Moscú respaldó hasta donde pudo al ex presidente Yanukovich, en tanto Bruselas y Washington mantuvieron una campaña permanente de desestabilización y de respaldo diplomático y mediático –y, previsiblemente, de índoles menos confesables– a los opositores.

Un elemento relevante de esa campaña fue el permanente injerencismo de la Casa Blanca, encubierto en una retórica de democracia y derechos humanos.

En este sentido, los hechos recientemente acaecidos en la capital ucraniana obligan a recordar una constante en la política exterior de Washington y de la Unión Europea: inducir movimientos de protesta o aprovechar los ya existentes para desestabilizar a regímenes que no son de su agrado. Así ha ocurrido en varias de las primaveras árabes, así ocurrió en Ucrania y otro tanto pasa en Venezuela.

Desde luego, cuando las manifestaciones tienen lugar contra gobiernos aliados, la Casa Blanca se abstiene de apoyarlas, por legítimas que sean: habría sido inconcebible, por ejemplo, que las autoridades estadunidenses se solidarizaran con el movimiento de los indignados en España o con las violentas revueltas de inmigrantes y de marginados que estallaron hace unos años en París y en Londres.

La moraleja es desoladora: el derrocamiento de Yanukovich –quien era, a fin de cuentas, e independientemente de sus extravíos, un mandatario electo– por las protestas opositoras no implica un avance hacia la democratización de Ucrania, sino un mero recambio de facciones en la cúpula del poder con miras a un realineamiento del país hacia Occidente.

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México SA

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Carlos Fernández-Vega

México SA

No es la primera vez que en este espacio se hace referencia a uno de los más sobados lemas de campaña utilizado en 2006 por el anterior inquilino de Los Pinos, pero ya con el resultado concreto y las cifras auditadas por la entidad pública legalmente autorizada para ello, vale la pena recordar tal eslogan para contrastarlo no sólo con los resultados concretos sino con la forma en que "cumplió" (así lo dijo en su momento) con dicha oferta, que a la letra decía: "hay formas de que México avance sin deudas… ¡Felipe Calderón te dirá cómo!").

De entrada, quien a los mexicanos prometió "vivir mejor" elevó la deuda del sector público a niveles históricos, para que al final de su sexenio el fracaso económico fuera rotundo y a cada uno de los habitantes de este país, incluidos los recién llegados, le cargara un adeudo cercano a 50 mil pesos, algo que es un delito de lesa patria.

Así es. El que "diría cómo" no utilizar deuda para crecer a paso veloz, terminó endeudando a los mexicanos hasta la coronilla, dejando agujeros financieros por doquier y con el crecimiento económico más reducido de los últimos cinco lustros, con otro agravante: 67 centavos de cada peso de deuda "nueva" los destinó a pagar intereses de la deuda "vieja". Todo, para que al cierre sexenal tal débito alcanzara un máximo histórico.

La Auditoría Superior de la Federación lo detalla así: "en el periodo 2006-2012 el gobierno federal registró un endeudamiento neto de 2 billones 252 mil 680.8 millones de pesos, de los cuales más de 1.5 billones (67.7 por ciento del total) se utilizaron para pagar el costo financiero de la deuda", y poco más de 441 mil millones de pesos para cubrir el déficit presupuestal. El problema se agudiza cuando la propia ASF reconoce que "se desconoce el destino" de más de 285 mil millones de pesos de deuda contratada durante el calderonato.

Sólo en el último año de estancia en Los Pinos el gobierno calderonista, explica la ASF, "tuvo un endeudamiento neto de 412 mil 298 millones de pesos, de los cuales 257 mil se destinaron para el costo financiero de la deuda, equivalente a 62.3 por ciento del total", y de los 155 mil y pico de millones restantes, 151 mil sirvieron para cubrir el déficit presupuestario. En este ejercicio, "desaparecieron" 4 mil 320.5 millones de pesos, pues dice la Auditoría que "se desconoce su destino, lo que significa que la mayor parte de los recursos que se obtuvieron con el endeudamiento neto se aplicaron para el pago de los intereses y para cubrir el déficit presupuestario y no para la amortización de capital, por lo que la deuda continúa en aumento, cuando deberían destinarse para la ejecución de obras que directamente produzcan un incremento de los ingresos públicos y del desarrollo económico y social del país".

Más allá de sus habilidades como mago ("desapareció" alrededor de 285 mil millones de pesos en deuda, casi 10 por ciento del débito contratado en el sexenio), el que prometió no endeudarse para alcanzar "grandes tasas de crecimiento" para que los mexicanos "vivan mejor", rompió récord en endeudamiento: mil 28 millones 621 mil 370 pesos por día de estancia en Los Pinos, o si se prefiere 42 millones 859 mil.22 por hora, 714 mil 320 pesos por minuto, 11 mil 905 pesos por segundo. Y todo, con una tasa anual promedio de "crecimiento" de 1.9 por ciento.

Al igual que no es posible ocultar el rotundo fracaso y las terribles implicaciones que significa el citado 1.9 por ciento de "crecimiento" durante el calderonato, los 285 mil millones de pesos "desaparecidos" tampoco pueden ocultarse bajo el colchón. ¿Será ese uno de los costos reales de las "manos limpias" prometidas por Calderón y sus secuaces? Ese monto equivale al presupuesto anual de la Secretaría de Educación Pública, ¿y nadie sabe dónde quedó?

La Auditoría Superior de la Federación explica que solicitó a la Secretaría de Hacienda (tres fueron los titulares durante el calderonato: Agustín Carstens, hoy en el Banco de México; Ernesto Cordero, hoy en el Senado, y José Antonio Meade, hoy al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores) la documentación comprobatoria del cumplimiento "de la obligación de cuidar que los recursos procedentes de financiamientos constitutivos de la deuda pública se destinaron a la realización de proyectos, actividades y empresas que apoyaron los planes de desarrollo económico y social, que generaron ingresos para su pago o que se utilizaron para el mejoramiento de la estructura del endeudamiento público en el ejercicio fiscal de 2012, conforme al artículo 4, fracción IV, de la Ley General de Deuda Pública".

Sin embargo, la citada dependencia del Ejecutivo "no señala de manera puntual el destino de los recursos que obtuvo gobierno federal por el endeudamiento neto de 2012 aprobado en la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2012", de tal suerte, dictamina la ASF, que la SHCP "no cuidó que los recursos procedentes de financiamientos constitutivos de la deuda pública se destinaran para la ejecución de obras que directamente produjeran un incremento en los ingresos públicos, o para la realización de proyectos, actividades y empresas que apoyaran los planes de desarrollo económico y social, que produjeran ingresos para su pago".

He allí uno de los resultados concretos del señorcito que a los mexicanos prometió no endeudar más para "vivir mejor". Y en el balance, echen números: cuando Vicente Fox se instaló en Los Pinos, cada mexicano debía 10 mil 200 pesos; esa cifra se elevó a 20 mil pesos cuando, " haiga sido como haiga sido", llegó Calderón, y a 50 mil 342 pesos a la hora de arribar Enrique Peña Nieto, quien en apenas un año incrementó ese monto a 55 mil 84 pesos, que crece a 59 mil 200 pesos si se considera la deuda de estados y municipios.

Ello es y será pagado, quiéranlo o no, por todos los mexicanos, de los que alrededor del 73 por ciento obtiene un ingreso de cero a cinco salarios mínimos. Todo, en espera de lo que se acumule en 2014, y de que alguna autoridad "encuentre" los más de 285 mil millones de pesos de deuda pública "desaparecidos" durante el calderonato.

Las rebanadas del pastel

Bombos y platillos, porque finalmente enchiqueraron a Joaquín El Chapo Guzmán. Gran golpe, sin duda, pero el multimillonario negocio se mantiene boyante, y libres sus socios de traje y corbata en la política y el empresariado. Uno menos en la lista de mexicanos marca Forbes ; sólo faltan los demás.

Twitter: @cafevega

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Reporte Económico

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David Márquez Ayala

Reporte Económico

Promediando las cifras trimestrales de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, en 2013 la población total del país ascendió a 118.4 millones de personas a mitad del año; esta población total ha venido aumentando en el último quinquenio (2008-2013) en 1.4 millones de personas al año en promedio, esto es, a una tasa media de crecimiento TMCA de 1.24% anual (Gráfico 1).

De esta población total, 58.4 millones de personas integran (según la reclasificación que usamos en UNITÉ) la Población Económicamente Activa (PEA), de la cual 49.5 millones (el 84.8%) tienen alguna ocupación de cualquier tipo, y 8.9 millones (el 15.2%) está desocupada (Gráfico 2). En el quinquenio la PEA ha crecido en 1.2 millones de personas en promedio anual, esto es, a una TMCA de 2.17%. (Nota: frente a este crecimiento anual en el quinquenio, los 630 mil registrados por la ENOE para 2013, aproximadamente la mitad, se observan poco consistentes).

De los 49.5 millones de población ocupada, el INEGI ha revisado y modificado la presentación de la población ocupada informal, que para el cuarto trimestre de 2013 constituían 29.6 millones de personas, de las cuales 14 millones laboraban en la informalidad típica, y el resto (15.6 millones) tienen ocupaciones informales (sin seguridad social y otras prestaciones) en: Empresas, gobierno e instituciones 7.1 millones, en el ámbito agropecuario 6.3 m, y en el trabajo doméstico remunerado 2.2 millones.

Según el indicador usual de empleo formal - número de trabajadores asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) - en 2013 éste aumentó en 463 mil plazas (dic 12-dic 13), 403 mil con empleos permanentes y 60 mil como eventuales (Gráfico 3). En el último quinquenio, sin embargo (usando para comparación los promedios anuales), sólo se crearon 395 mil empleos en promedio cada año, esto es, sólo la tercera parte de los 1.2 millones necesarios para satisfacer el incremento anual de la PEA.

Nuestro diagrama ocupacional de la PEA actualizado a 2013 se presenta en el gráfico 4.

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